Mugía desde Cabo Vilán, entre la bruma
Posteriormente, salimos del faro, y cogiendo una pista de tierra, que sigue paralelo a la costa, vamos dirección al cementerio de los Ingleses. Hay en la costa varias formaciones rocosas interesantes, y una constante por la Costa de la Muerte, cruces recordando a los desaparecidos. Cabo Vilán se ve al fondo, con el peñasco de la entrada y nos hacemos una idea de lo salvaje de la costa
Cabo Vilán, camino del cementerio de los ingleses.
Por último, llegamos al cementerio de los ingleses, donde están enterrados los marineros del Serpent. Sólo 3, de las 176 personas que viajan a bordo del barco, consiguieron salvarse. Comentan, que los barcos ingleses, cuando pasan por delante del cementerio, realizan salvas en memoria de los fallecidos:
Volvemos sobre nuestros pasos, por la pista de tierra, hasta Camariñas, para por la carretera, dirigirnos hacía Cabo Turiñan. En esta zona el mar estaba bastante bravo, y había un ventarrón considerable: una gozada ver el mar romper contra las rocas:
El mar rompiendo contra los acandilados de Cabo Turiñan
De vuelta, por la carretera del Cabo, conseguimos esta instantánea de un hórreo y del maíz apilado: Hórreo y Maíz
Volvemos a la carretera general, que lleva hacía Cee y Corcubión, con la idea de ver cabo Finisterre. Mucho se ha escrito sobre el punto que el mundo antiguo consideraba como el fin de la tierra, aunque no es el cabo más occidental de la península, sino Cabo Turiñan. Es el punto que se considera el final de la Costa de la Muerte. Las vistas sobre el océano son espectaculares, y tanto el faro, como las bocinas de aviso por la niebla hablan muy a las claras del tiempo y de la peligrosidad de esta costa:
Lo que es impresionante - nosotros tuvimos suerte, y cuando llegamos a Finisterre, estaba el día soleado - es la vista sobre el océano. Al igual que pasa en Cabo San Vicente, la vista se pierde sobre el horizonte. Aunque no llegamos al atardecer, una puesta de sol un día despejado debe de poner los pelos de punta: El océano desde Cabo Finisterre
Después de la visita, nos fuimos al pueblo de Finisterre, para comer, en un restaurante llamado Tira do Cordel,en las afueras, justo al lado de la playa, donde se puede comer un pescado excelente :)
Continuamos nuestra excursión por las rías altas después de comer, siguiendo la carretera de la costa con dirección a Muros. Nuestra primera parada es Ézaro, una población costera donde desemboca el río Xallas. Este río está embalsado por una central hidroeléctrica, y tiene un salto de agua espectacular. Ciertos días de verano, suelen abrir las compuertas e iluminar el agua consiguiendo un efecto muy vistoso, aunque ahora en invierno no se suele hacer. Una foto de la cascada:
Continuamos por la carretera camino de Carnota. Esta población, y su vecina Lira, compitieron por ver quien tenía el hórreo más largo. Aunque el famoso es el de Carnota, más largo es el de Lira. El hórreo impresiona bastante, así como el entorno donde está construido: Hórreo de Carnota
Iglesia de Carnota al atardecer
Se hacía tarde, pero no pudimos dejar de pararnos en la playa de Ancoradoiro,situada entre la punta de Lariño y Louro. La playa tiene un pinar inmenso, y a pesar de llegar casi de noche, es bastante espectacular. En verano se llena de gente, y no hay quien llegue, pero ahora, en Diciembre, sólo se va a algunas personas paseando. Es una balsa de agua tranquila, un contraste con el resto de la costa que hemos ido visitando.
La excursión acabó en Muros. Nos estuvimos dando una vuelta por el muelle pesquero - con puestos vendiendo pescados, gente pescando calamares -, y es la base de uno de los barcos de Salvamento Marítimo, el Alonso de Chavez. Vaya bicho de barco, y eso que era el pequeño Alonso de Chavez
Luego, de vuelta a la Casa de Lema y a descansar para el día siguiente la visita de Santiago de Compostela.
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