Nuestra segunda etapa nos lleva a Oviedo a las faldas del Monte Naranco , a visitar dos de las joyas prerrománicas asturianas, la iglesia de San Miguel de Lillo y el palacio de Santa María del Naranco, construidos ambos durante el reinado de Ramiro I, en el siglo IX después de Cristo.
El primer monumento que visitamos fue el palacio de Santa María del Naranco, reconvertido posteriormente en iglesia, tras el derrumbe de parte de San Miguel de Lillo. Este palacio tiene planta rectangular, construida en dos naves superpuestas cubiertas con bóvedas, forma de construir bastante común en el prerromámico español. Es la única construcción que ha llegado a nuestros tiempos con ambas naves completas, conservándose en el resto de edificios similares sólo la nave inferior. Llama bastante la atención los contrafuertes de las fachadas norte y sur, pero sobre todo las hermosas portadas situadas a poniente y occidente. En la portada oriental, tiene una zona inferior con tres arcos de medio punto, encima de la cual hay un balcón con árcos de medio punto peraltados apoyados sobre columnas con capiteles corintios. En la zona superior, hay una pequeña ventana con tres arcos. En la portada occidental, se repite la misma estructura, excepto que en la zona inferior no existe los tres arcos de medio punto y si una zona de entrada al palacio. No llegamos a entrar en el mismo, para quien tenga curiosidad sobre su interior, en especial por su interesante decoración, puede ver la ficha técnica en la web de Turismo Prerrománico.
San Miguel de Lillo está a escasa distancia de Santa María del Naranco. En pocos minutos estamos ante esta iglesia, que parece haber sido construida por el mismo equipo que se encargo de Santa María del Naranco. Hasta nuestros días sólo ha llegado un tercio de la iglesia original, puesto que el resto fue destruido por un corrimiento de tierras que ocurrió entorno al siglo XI. La planta de esta iglesia es de basílica, con tres naves y tres ábsides cuadrados, estando totalmente abovedada. Sólo la visitamos por fuera, con lo que nos perdimos su decoración. Por lo que he leído sobre la construcción de esta iglesia y Santa María del Naranco, hacen uso de una serie de elementos y técnicas arquitectónicas que desaparecieron durante el siguiente siglo hasta que empezó el periodo románico. No dejen de visitar la ficha técnica de esta maravilla prerrománica en la misma web que Santa María del Naranco.
Tras la visita a estas construcciones en la falda del monte Naranco, cogimos el coche para irnos a una de las villas marineras más curiosas y conocidas de la costa asturiana: Cudillero. Aparcamos en la zona de los nuevos muelles, desde donde se puede ver como el pueblo está encajado en la montaña, con una plaza con una rampa en el extremo que linda con el mar. Toda la nueva zona de los muelles y aparcamientos han sido ganados al mar y cerrados por una escollera que lo protege del Cantábrico.
Cudillero, la rampa del antiguo muelle
Como tantos puntos de la costa cantábrica, la entrada al muelle está señalizada por un faro situado en Punta Roballera,en un acantilado de 75 metros de altura. Puede llegarse al mismo a través de una senda peatonal. Su alcance es de unas 25 millas.
Aprovechamos para comer en uno de los múltiples restaurantes que hay en la plaza, y que han ido surgiendo para dar servicio al turismo que hay en la zona. Después de un buen menú, continuamos paseando tanto por el muelle viejo, como con el nuevo en el cual pudimos presenciar un espectáculo curioso. Un banco de pescado - no recuerdo exactamente la especie - había entrado en la rada del muelle, y estaba todo lleno de pescadores con cañas, aprovechando la soleada tarde de finales de febrero. Según nos contaron, las capturas se preparan en conserva, las cuales consumían durante todo el año. Aquí puede verse a los pescadores con todos sus cañas y aparejos de pesca.
El tamaño y la altura de la escollera que protege al puerto, nos da una idea de lo violento que puede llegar a ser el Cantábrico cuando hay tempestades.
Escollera del puerto de Cudillero
Desde el puerto nuevo, tanto a oriente como occidente, se puede observar la agreste costa de esta zona de Asturias. Para aficionados a este tipo de paísajes esta costa es todo un regalo de la naturaleza para disfrutar. Interesante saber, cerca de cudillero también hay arenales que dan lugar a magníficas playas, como la de Aguilar.
Al caer la tarde, de nuevo en carretera, con rumbo al Valle de la Liébana. En nuestra ruta pasamos por el Santuario de Covadonga, aunque al salir tan tarde, llegamos casi de noche. Aunque no hice fotografías, era curiosa la sensación que transmitía la esplanada vacía del santuario, acostumbrado a verlo lleno de gente, con el ambiente húmedo. En carretera de nuevo, rumbo a Panes, para atravesar el desfiladero de la Hermida y entrar en tierras de la Liébana, para ir a la estupenda Posada de Peñas Arriba, en la aldea de Lon, donde nos íbamos a hospedar los dos siguientes días.
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