Estas Navidades, mientras cambiaba de canal, solía aterrizar en la posición que tengo asignada a Telemadrid, para encontrar una pantalla en negro. La tele pública de la Comunidad de Madrid lleva en huelga bastante tiempo debido a un expediente de regulación de empleo para una gran parte de la plantilla. El problema es que esas pantallas en negro están demostrando una cosa que los sindicatos no se dan cuenta: que no son un servicio público y que , por tanto, no tienen que cobrar del presupuesto público que pagamos todos los contribuyentes. Dada la variedad de canales disponibles en TDT - no digamos ya si sumamos la multitud de contenido multimedia que puede obtenerse a través de streaming en Internet -, hay poca gente que notará la no emisión del canal.
Por lo tanto, Telemadrid - realmente como la gran inmensa mayoría de las cadenas públicas - debe de dejar de financiarse del presupuesto público, privatizarse y competir. Y si no es capaz de ello, cerrarse.
¿Hay a día de hoy hueco para una cadena pública?. Probablemente, sí, pero sólo dar auténtica información de servicio como puede ser meteorología, estados de carretera o coordinación de emergencia para caso de catástrofes. Pero desde luego, eso no necesita el actual coste de más de 2000 millones de euros que nos cuestan a los contribuyentes todo el aparato propagandístico público, que es en lo que se han convertido.
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