domingo, octubre 01, 2017

No, no es una sorpresa lo de Cataluña

A estas alturas, no se puede sentir tristeza por lo que está ocurriendo en Cataluña, resignación si acaso ya que el guión de hoy lleva escrito muchos años. Probablemente, los ciudadanos españoles no hemos exigido la suficiente altura de miras a los políticos para que señalaran lo que es el cáncer nacionalista y por el no meterse en política hemos hecho la vista gorda ante situaciones que en otros países hubieran causado una gran polvareda.

Cuando uno repasa lo que ha ocurrido, exigido y dicho los nacionalistas los últimos quince años, entiende perfectamente lo que ha ocurrido este último año, empezando por el esperpento en el Parlamento Catalán en Septiembre y acabando con la jornada de hoy, donde se introducen papeles en unos contenedores como si pudieran tener algún valor.

Si se pone una identidad tribal por delante de ser un ciudadano, el camino que se recorre es el que hemos visto estos últimos quince años y su colofón es saltarse la ley, porque el sentimiento y la pertenencia a la tierra está por encima de ser ciudadano de un país donde hay que respetar leyes. Una de esas identidades, conviene recordar que a los españoles nos ha costado casi mil muertos.

También habría que empezar a plantearse el papel que han tenido los medios de comunución, los que han ejercido de la Radio Televisión Libre de las Mil Colinas ruandesa alentando contra toda persona que no estuviera a favor del régimen que se capitaneaba desde la Generalidad de Cataluña, desde medios públicos a medios generosamente regados con subvenciones. Y por supuesto, los tontos útiles que llevan haciéndole el caldo gordo a los nacionalistas desde hace décadas.

Pero, ¿Sabéis que ocurriría si las Fuerzas de Seguridad del Estado no estuviesen hoy allí?. Lo que ha ocurrido en todos los países donde el cáncer del nacionalismo no se corta de raíz. Por eso, me alegro que hoy estén allí la Policía Nacional y la Guardia Civil para hacer cumplir la ley, porque son ellos los que garantizan los derechos civiles de una parte importante de la población catalana que le ha sido usurpados por otros catalanes que piensan que si no eres de su cuerda, no mereces ser ciudadano.

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