Nuestra primera parada es Covadonga. Pasamos a visitar la Basílica de Santa María la Real de Covadonga, donde asistimos a la Misa. Esta basílica es del siglo XIX, construida en piedra caliza rosa, de estilo neorrománico. Enfrente de la misma está el campo del Repelao, donde se recuerda a Don Pelayo, quien inició la Reconquista de la Península Ibérica. Después visitamos la Cuenva Santa, donde se venera a Nuestra Sra. de Covadonga.
Una vez de nuevo en ruta, tomamos la carretera que sube hasta los Lagos de Covandoga. Esta carretera es uno de los paisajes que más me impresionan de Asturias, como va subiendo con una pendiente media cercana al 7% desde el Santuario de Covandonga hasta casi mil metros más arriba, donde se encuentran estos dos lagos de origen glacial: El Lago Enol y el Lago Ercina. Cuando nosotros llegamos, estaba de obras la carretera que sube desde el Enol hasta el Ercina, así que dejamos el coche en el centro de visitantes, y nos acercamos a la orilla del Enol par disfrutar del paísaje. El lago está encajado entre los picos de Mosquital , la Porra de Enol y el cerro Sohornin.
Como veis en las fotos es complicado pillar un día donde el cielo esté totalmente despejado, aunque hace tres años tuvimos esa suerte y pudimos disfrutar de una excursión maravillosa.
A pesar de estar cortada por obras, decidimos dar un paseo por la carretera hasta el lago Ercina. La carretera sube un poco puesto que el Ercina está 38 metros más alto que el Enol. Desde la carretera se puede disfrutar de unas vista preciosa de este último lago.
Un poco más adelante pudimos ver las antiguas minas de Buferrera, que cierran el lago Ercina, actualmente rehabilitadas para su visita. En la siguiente foto, en la zona inferior izquierda, puede apreciarse la antigua zona de las minas, así como el sendero que lleva hacia ella. Subiendo hacia el Ercina
El Ercina, al contrario que el Enol, no está encajado entre picos, y al fondo puede verse el macizó de Cornión o Macizo Occidental de los Picos de Europa. Por desgracia toda esta zona estaba en obras para la construcción de un nuevo aparcamiento, y no pudimos acercarnos mucho.
El Lago Ercina, con los macizos del Cornión al fondo
Tras disfrutar de un agradable paseo, volvimos de nuevo al aparcamiento, cogimos el coche y bajamos para buscar un sitio donde comer. Entre el Santuario de Covadonga y Cangas de Onís hay bastantes restaurantes que elegir. Paramos en el primero que vimos, situado frente a una de las zonas de aparcamientos inferiores de los Lagos - en verano, el acceso a los lagos está restringido, y se deja los coches aquí, subiendo en transporte público -. En mi caso disfruté de un cachopo, plato típico de la zona.
Tras la copiosa comida y un buen café, decidimos acercarnos al Valle de Liébana. Para eso, de nuevo la AS-114, en dirección a Panes. Una vez que llegamos a Arenas de Cabrales, el trazado de la carretera es paralelo al río Cares. Un poco antes de llegar a Panes, el Deva se une con el Cares y continúa su camino hacía el mar para desembocar por Unquera en el Cantábrico. Cambiamos de río ahora, y seguimos al Deva por el desfiladero de la Hermida hasta Potes, atravesamos el pueblo, y por la carretera que asciende hasta el circo de Fuente de, a tres kilómetros, tomamos una desviación que nos lleva hasta el monasterio de Santo Toribio de Liébana. Esta vez si llegamos a una hora prudente y pudimos visitar la iglesia donde según la tradición, se guarda un trozo de la Lignum Crucis.
Monasterio de Santo Toribio de Liébana
En el claustro, que también se puede visitar, existen reproducciones de las miniaturas de Beato de Líebana así como información sobre la creación del monasterio y de iglesias de los alrededores.
Nos acercamos a la Ermita de San Miguel, a escasa distancia del monasterio y desde donde se puede disfrutar de unas maravillosas vistas del Valle de Liébana.
Valle de Liébana, desde la Ermita de San Miguel
Valle de Liébana, desde la Ermita de San Miguel
Aunque oscurecía, decidimos continuar hasta el Circo de Fuente Dé. En esta zona está las fuentes del Deva e impresiona ver los picos que rodean la zona. Hay instalado un teleférico que salva unos 800 metros de altura, para dejarnos a casi 1900 metros sobre el nivel del mar. Nosotros llegamos demasiado tarde y el teleférico iba a cerrar, así que no subimos. Aprovechamos para sacar algunas fotos y tomarnos un café tranquilamente en el cercano parador nacional.
La estación del Cable, en lo alto de las montañas que formar el circo de Fuente Dé
Tendré que buscar información sobre los nombres de las dos peñas de las fotos anteriores, porque desconozco su nombre.
Tras otro agradable paseo, tomamos el coche de vuelta hasta la casa rural,un poco más de una hora de camino. Paula, la dueña de la Valleja, nos había preparado una estupenda cena a base de ensalada, picadillo con arroz integral y quesos asturianos que consumimos con deleite.
Luego a descansar, porque al día siguiente por la tarde tendríamos que poner rumbo a Madrid.
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