El domingo nos levantamos tarde - cosas de las copas del día anterior -, y después del desayuno, hubo ya gente que se tuvo que marchar. Los que quedamos nos dividimos en dos grupos. Unos se fueron a visitar Calatañazor, uno de los pueblos alto medievales mejor conservados de toda la provincia de Soria, y otros dos matrimonios nos fuimos a visitar el cañón del Río Lobos.
No me resisto a buscar algo de información sobre Calatañazor. Quizás por lo que más conocido sea es por la derrota de las tropas moras de Almanzor - que volvía de una de sus razzias por territorio cristiano - frente a las cristianas de Sancho García, Conde de Castilla.Guarda en su casco antiguo joyas de la arquitectura de la época que se han conservado a lo largo del tiempo. Pueblo amurallado en toda su extensión, en lo ala cima de un peñasco y con el castillo en lo alto del pueblo, desde donde se puede disfrutar del paisaje que rodea al pueblo, el llamado Valle de la Sangre. Dentro de la población puede visitarse la Iglesia del Castillo y la Ermita de la Soledad. También merece la pena una visita al sabinar del pueblo, donde las sabinas albares pueden llegar a alcanzar los quince metros de altura.
Nosotros, volvimos a San Leonardo de Yagüe, para tomar la carretera de SO-920 con la idea de acercarnos al mirador del Cañón del Río Lobos. No está demasiado lejos de San Leonardo de Yagüe, tras un agradable paseo contemplando la zona, que es Parque Natural, llegamos al mirador. El cañón se formó por la erosión de la piedra caliza por el río Lobos, con una longitud cercana a los 25 km. En algunos puntos la altura de las paredes del cañón llegan a los doscientos metros y sus paredes están perforadas por galerías y cuevas causadas por la erosión del agua.Una vez que llegamos al mirador, lo primero que llama la atención son los buitres leonados, aprovechando las térmicas para planear sobre el cañón. Las paredes del mismo son refugio de otras aves rapaces, aparte de los buitres, como azores, peregrimos, águilas de diversas especies. Todo un paraíso para los aficionados a la ornitología. Entre la flora, destaca la sabina albar, de la cual la provincia de Soria posee alguno de los bosques más representativos de esta especie en España, capaz de aguantar condiciones extremas de temperaturas y escasez de agua.
Cañón del río Lobos, desde el mirador del mismo nombre, Soria
Detalle de la pared del cañón del río Lobos, Soria
Aunque no lo visitamos, en el cañón están los restos de la Ermita de San Bartolomé, asociada a la orden del Temple.Construida en el siglo XIII y de estilo románico tardío. La ermita tiene planta de cruz latina. Se integra con los roquedales calizos del cañón como si fuera parte del paisaje. Se dice que está situada a la misma distancia horizontal del Cabo de Creus el Cabo Finisterre, además de tener diversos elementos en su decoración ocultistas.
Mirando hacía el sur, sobre una colina, vemos levantarse las ruinas del Castillo de Ucero. Justo cuando el cañón se abre para dar paso al valle por el cual discurre la carretera que lleva a Burgos de Osma. Se tienen referencias sobre el mismo desde el siglo XIII. Permanece en bastante buen estado la torre del homenaje del mismo. Las murallas del castillo se encuentran semiderruidas. Existen algunas gárgolas bastante bien conservadas. Puede verse alguna fotos del castillo en guía monumental de Ucero.
Castillo de Ucero, desde lo alto del mirador del cañón del río Lobos, Soria
Llama mucho la atención la cantidad de buitres leonados que viven en los farallones del cañón. Podemos observarlos planeando alrededor del mirador, buscando carroña de la cual alimentarse. Anidan más de dos centenares de parejas en esta zona, muchas de ellas reproductoras.
Buitre leonado, sobrevolando el cañón del río Lobos, Soria
Tras disfrutar un rato del vuelo de las rapaces, y despedirnos del matrimonio que venía con nosotros, volvemos sobre nuestros pasos hasta San Leonardo de Yagüe, para acercarnos al viejo puente del siglo XVIII, llamado puente de los siete ojos. El río Lobos, seco en esta época del año, ya que sus aguas desaparecen en el terreno calizo en épocas de estiajes, volviendo a salir en manantial de la Galiana, nacimiento del río Ucero.
Puente de los Siete Ojos, sobre el lecho del río Lobos, Soria
Como teníamos algo de tiempo, nos animamos a ir a la Lagua Negra de Urbión, situada en la localidad soriana de Vinuesa. Para ello volvemos a San Leonardo de Yagüe, y tomamos la N-234 dirección Soria, hasta la localidad de Abejar, donde nos tomamos el cruce que hay a la entrada del pueblo, para tomar la CL-117 con destino Molinos de Duero, donde tomamos la SO-820 hasta Vinuesa. Atravesamos el pueblo, hasta llegar al cruce señalizado que nos va a llevar hasta la Laguna Negra de Urbión. La carretera discurre paralela al río Revinuesa, para adentrarse en una pista forestal que sube hasta las cercanías de la Laguna Negra.
La Laguna Negra de Urbión es de origen glacial, como otras situadas en esta sierra ( laguna Larga, laguna Helada y laguna del Hornillo). Lo más característico es la oscuridad de sus aguas, que hace que parezca que no tenga fondo. Además, está rodeado de un circo glacial, por una de cuyas paredes desciende una cascada. El circo donde se sitúa la laguna está a unos mil setecientos metros de altitud. La vegetación de la zona está formada por pinos y hayas. En la laguna hacía bastante mal tiempo, con un frío que pelaba, con la temperatura apenas por encima de los cero grados.
Cortada camino de la Laguna Negra de Urbión, Soria
Tras visitar la laguna, volvimos al hotel para comer, y tras finalizar, hacer las maletas y volver a Madrid, tras un fin de semana que nos dejó un estupendo sabor de boca, con ganas de visitar muchos de los tesoros naturales que se esconden por estos pinares de la provincia de Soria y por los monumentos que existen en el pueblo más pequeño.
Sonará chovinista, pero España y Portugal tiene un montón de tesoros ocultos por conocer, tanto espacios naturales como de obras de arte y monumentos que pueden encontrarse ocultos en los pueblos más humildes o los lugares más recónditos de nuestra Península Ibérica. Todo un tesoro por descubrir para aquellos que tengan el tiempo y la paciencia de recorrerlos.