Desde mi punto de vista, esta ley es una muestra más del sometimiento de la población a la nueva dictadura de lo políticamente correcto, y una vuelta a tiempos donde se imponía una visión de la moral oficial que te señalaba como un apestado si te salías de ella.
- El fumar es una decisión individual. Cada persona se puede meter en el cuerpo lo que le da la gana, como si quiere esnifar mistol. Las decisiones individuales, en especial en lo que afecta a los placeres o los vicios, aunque pueda generar en algunos consumidores de los mismos enfermedades muy graves.
- La excusa de la salud pública: Mucha gente aplaude esta ley porque se restringe el consumo en lugares públicos como son los bares. Entiendo comprensible que en centros de trabajo, no se fume, pero me parece demencial que uno no pueda fumar en un bar. Cuando la gente argumenta que es que ellos tienen la libertad de no respirar el humo de otros, pueden elegir a otro bar donde no esté permitido el tabaco, o llegado el caso, montar uno, porque dado los apasionados debates que se leen en Internet sobre el tema, parece ser que hay demanda para ellos.
- Respecto a los humos, muchos no se han dado cuenta de lo que se emite en las ciudades. Por ejemplo, a los habitantes de Madrid, les invito a subir a la Bola del Mundo en Guadarrama y disfrutar de la nube de contaminación que envuelve la ciudad. ¿Vamos a prohibir también los camiones - que llevan los alimentos que compran tranquilamente en los supermercados -, los coches con los que van al trabajo, el transporte público, las calefacciones, las centrales térmicas, etc?
- Si yo tuviese un bar de fumadores, no estaría pisoteando la libertad de nadie porque los que no estén de acuerdo, pueden irse a otro bar, o montar uno donde no se fume. Las comparaciones que he llegado a ver con bares donde no dejen entrar a gente en función de su raza evidencian el fanatismo de los salvadores de la moral que se han convertido la gente que representa el movimiento antitabaco. Si no me gusta un sitio, no voy a él.
- Esta ley me recuerda a los mismos fantamas que tenía el régimen franquista con el sexo. El problema, es que según el lunático de turno que le toque al Ministerio de Sanidad, tendremos prohibiciones sobre ciertas comidas, sobre el alcohol o cualquier otra cosa que llegado el momento, uno decida en su moral que está mal.
- Lo que la gente parece no darse cuenta es que lo que está en juego no es el respirar o no el humo del tabaco, sino que unos ungidos se atribuyan el poder de decidir que está bien consumir o que no. Si alguien cree que esto no es posible, le recuerdo a más de uno el anteproyecto de Ley antialcohol que se intentó aprobar en el año 2007 pot parte del Ministerio de Sanidad o los grupos que empiezan a presionar sobre la ventas a de comida rápida. Al final, en el país de los políticamente correcto, vamos a tener que tomarnos un huevo frito con patatas de contrabando. Al tiempo.
- Leía ayer pasmado las declaraciones de esa Ministra de Sanidad que los españoles hemos tenido la desgracia de sufrir, Leire Pajín, asegurando que las que los ciudadanos deben de denunciar aquellos lugares donde no se cumpla dicha ley. Mucho peor, es que hay ciertas asociaciones que permiten denuncias anónimas.
- Y como siempre, la prueba de la hipocresía definitiva: Si tan malo es para la salud, ¿por qué no se prohibe la comercialización total del tabaco?.
La prueba del algodón de toda esta ley es que no están dispuestos a tolerar bares de fumadores, donde los trabajadores trabajen voluntariamente allí. Al final, esto no deja de ser otra cruzada, como la fracasada contra las drogas o la Ley Seca que tantos problemas causó en EEUU durante la década de los años 20 del siglo pasado.
Loquillo debería volver a escribir la Mala Reputación, pero ahora en vez de lo nacional con el humo del tabaco.
Y por si alguien tiene dudas, yo no he fumado en mi vida.
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